CARTA DE AMÉRICA
SABINA milenaria de la sierra almeriense de Los Vélez, árbol amparador de mi estirpe: Yo hubiera querido encontrar un mensajero, un pájaro fiel con alas vencedoras y oceánicas para que atravesara continentes y, sin temor ni cansancio, te buscara en mi Sierra de España y dejara entre tus ramas mi carta. Carta que es un suspiro largo y azul que podría leerte el viento en sus descansos del otoño.
Quise detener el vuelo de una bandada de pájaros que era como un arco iris volador, en busca de un mensajero, y no me escucharon, quizá porque mi voz quedó tachada por músicas del agua o porque acudían presurosos a presenciar el nacimiento de un bosque.
PALABRAS
ESCRIBO por no poder acallar
las manos de pintura roja
que estrangulan hoy la calle,
los bancos, las risas,
la ambigüedad, las carreras,
los atajos y el hueco de mi mente.
Escribo porque el lápiz me lanza
en busca de otra salida, quizá
de otro color, y se empeña
en llorar entre líneas,
paredes, alcobas,
parques, aceras,
esperando que alguien sepa leer
los latidos de mi corazón lila.
«Hacía años que me rondaba recalcitrante la buena idea de encargarle a varios amigos poetas una selección de mis versos que llamaría Antología poética de la amistad. Pretendía así que los seleccionadores, por ser poetas, estuvieran teórica y empíricamente facultados para dicha encomienda y, por ser amigos, conocieran bien mi obra y milagros, y actuaran con meridiana sinceridad, confiado en que —como dice Guzmán de Alfarache— el amigo “dice a su amigo la verdad clara y sin rebozo, no como a tercera persona, sino como a cosa muy propia suya, según la deseara saber para sí”.
»Siento que la amistad antañona con mis cinco antólogos se prolongará, gracias a este libro, más allá del día albo notanda lapillo en que entregue la pluma. Hoy, teniendo en cuenta esta posibilidad nefasta, hago mía la despedida de Miguel de Cervantes: “¡A Dios, gracias; A Dios, donaires; A Dios, regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros pronto contentos en la otra vida!”»
ESCORZO
«Apenas la he regado
y la mata se cubre de violetas,
reflejos del cielo violado»
Un día. Poemas sintéticos
JOSÉ JUAN TABLADA [México]
El día se me ha venido fútil entre las manos
el sol incapaz de disipar a las nubes asiste
y se sobre extiende sin tonalidad ni alegría
Está triste el ánima de las cosas
lo verde contrita
las cigarras callan
Hay un ritmo de espera y subrepticia incuria
en este tiempo amoral sin nombre ni poesía
de estancia frígida que ni nutricia ni sabia.
RESPIRAR BAJO EL AGUA
ME sumerjo en las tardes
sin esperanza
de los primeros días
de primavera.
La luz es un sonido
de cuerpos que caminan a lo lejos,
de ilusiones que viven en las casas.
La noche empieza
a asfixiarme sin pausa.
El día tiene un pulso tan difícil y extraño
como respirar bajo el agua. Frío.
Mientras tanto la soledad escribe
mi nombre por el aire.
trak 1 – Preámbulo
La electricidad de los carteles
se hace escombros
en este viento frío de nube compacta.
un penacho sopla desde la cumbre en sordina
afilando el hielo que arrecia.
el contrabajo rasga la obscuridad
y el club se ultima
arrimando el oído de las sillas
a la voz que se arranca al negro surco:
canta el dolor y la sangre se espesa.
CARMA
Viaja sola como una dama
rica que montara a caballo.
En su grupa de estrellas
golpean decibelios, parecen un lamento
de lunas verticales de grandes construcciones.
Cuida de los recién nacidos
cual si fueran cristales de canicas de dulce.
Colma sus juegos
y el mundo se detiene.
Semáforo de soles, ámbares y naranjas,
encandila las almas tristes
marcadas en los cuerpos
abandonados a su suerte.
MATERIAL CADUCADO
Salobre me empalaga
la razón distante que me abruma
a cortos trozos.
Lanza la comidilla de acentos breves
de discordia;
acercándose me traspasa a borbotones
de incomodidad.
Me vuelco sin precocidad absoluta
de desencanto obvio y malforme.
Añejo arde mi rostro
desencajado.
PLUMA DE ÁNGEL
Para Ángel García López
Fin de siglo. Vertedero,
desguace, timba y traspaso.
Lo que antes fuera Parnaso
hoy no es más que gallinero.
Menos mal que aún vuela entero
algún ángel despistado
que, por salvar un legado
poético que se esfuma,
podrá dar alguna pluma
a tanto gallo pelado…
SE cumple este año de 2007 el 90.º aniversario de la publicación de la primera edición de La joven parca, obra analítica de la conciencia humana, como también lo sería El cementerio marino y muchos de los poemas de Cármenes. Con motivo de dicha efeméride, ya anuncié en la Nota del traductor de mi versión analógica de El cementerio marino, publicada en enero de 2006 en esta misma colección de la Editorial Alhulia con el número 25, que ofrecería al público mi versión de este enigmático poema valeriniano, cuyas dificultades de adaptación al español han sido muchas y de muy difícil resolución. Una vez más, siguiendo el criterio que preside mi labor de traductor, he querido ofrecer una versión lo más fiel posible al texto original, tanto en lo tocante a la métrica, como en la disposición original de las rimas, en los recursos estilísticos utilizados por Valéry y, en fin, en el sentido que él mismo confirió a sus versos.
El lector podrá, pues, encontrar que esta traducción se adapta al uso de los alejandrinos con rima pareada y que el texto traducido es, siempre que me ha sido posible, bastante fiel al texto original.
Debo, no obstante, señalar que ha sido aquí, en este texto abstruso y de compleja aprehensión para el lector medio, en el que, inevitablemente, me he tomado mayores libertades, si comparo su resultado final con el obtenido en mis anteriores traducciones de Las flores del mal de Baudelaire y El cementerio marino de Valéry. Sea como fuere, mi intención de acercamiento y respeto del texto original sigue siendo la misma en esta nueva entrega.
ESPERAR LA LLUVIA
Yo no pido que tengas caderas de luz a todas horas
o que surja el poema en tu mejilla
como el oro lo hace
sobre la plata azul que alumbra el cielo.
No pido tanto, acaso un sacrificio,
o una leve verdad amanecida.
Me basta con que lluevas y te entregues
como la rosa que se enciende en primavera
para que yo recoja tu espina y tu fragancia
sobre este cuenco de cristal que son mis manos.
Amo el silencio, el sacro
silencio, pulso omnividente
del pasmo por mi carne.
Me duele la palabra, el gesto duele
—espejos deslustrados—,
pues crece la deidad y nunca anega
el ansia enardecida de entregarme.
Palacio amurallado soy: lujos
augustos, sangre arriba;
mas toda transparencia, signos todos,
sombras todas, del exterior me invaden.
Me abro al universo en silenciado pálpito.
Me cierro al universo en mi ancha nada…
RECUERDO A MI PADRE
No hay razón que justifique al terrorismo y la guerra, lacras inventadas por el rencor y el fanatismo del hombre, de las que nadie sale vencedor. Los que sobreviven al terror mueren día a día recordando la mirada de los seres que se llevó una bala asesina por la espalda o una bomba pegada en el cuerpo de un lunático salvaje, inmolado en nombre del odio y la sinrazón.
En la guerra, los que pierden son los que sobreviven, porque tienen que seguir luchando entre los fantasmas del terror, del hambre, de la angustia y del desconsuelo y tienen que enterrar a los seres queridos, perdiendo, así, las ganas de seguir viviendo.
Cuando lloró el otoño es una reflexión ante este mundo desventurado, afligido por los fantasmas que menoscaban la convivencia y estrangulan la paz, y cuyo quebranto no somos capaces de aliviar. Es un libro nacido de la tragedia de las guerras, de la humillante amenaza del terror, de la desesperanza de los que arriesgan sus vidas para salir de la miseria, del llanto de los niños olvidados, de los sueños quebrados de tantas manos blancas que, a pesar del de-sespero, nunca se impregnarán de sangre, de esta insidiosa humanidad que se deshace entre la amargura, el rencor y el fanatismo y no siente compasión ante la injusticia y la profanación de los derechos humanos. Cuando lloró el otoño implora la paz y se cobija en la esperanza sin olvidar que el blanco y el verde se tiñen de rojo ante las lágrimas amargas de Dios al ver tanta locura.
DE un poema libre,
sin cirugía,
la rima sueña ser no siendo.
Pide a la estrofa que abra sus cremalleras,
que del negro chal se desvista,
que deje el yugo para melosas canciones en moda;
¡que deje los versos volar!
libres,
en un poema
libre;
aunque confundido vaya
en busca de los grotescos sueños de Príapo
o de Ícaro.
EN TUS CAVERNAS
En tus cavernas, sólo en tus cavernas,
hay un reducto cálido y sensible,
una oquedad, un túnel apacible
con las paredes húmedas y tiernas.
Y tú las abres y desencuadernas
mostrando el fondo más apetecible
cuando se acerca indómito e irascible
mi garañón buscando aguas eternas.
¡Y cómo aplacas en tus manantiales
la sed que asola todo su desierto
y nunca pudo dar por satisfecha!
¡Y cómo deja allí sus credenciales,
ebrio de amor, trotando a cielo abierto,
y dueño ya de toda tu cosecha!
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